
Cuarenta años de estatuto y tal cual. ¿Tienen un espejo a mano? A los extremeños se nos está quedando cara de bobos… Lo de siempre. Como siempre. Tal como las brújulas señalan el norte. Tal como la tierra gira. Así, sin que haya fuerza humana que nos libre de la condena. A los extremeños, de cuando en cuando, nos atropella un tren. Con y sin estatuto. Así que menos alharacas.
Ahora resulta que llega Revilla y protesta. Protesta y, en dos días de teatrillo, ni uno más, le dan lo que pide y porque no pide más. Y no es que me parezca ni bien ni mal, que me parece mal, es que me recuerda que por ser extremeño estoy (sigo) a la puerta del cortijo para recibir al amo…
Con esto del tren (y los tranvías) en todas las casas cuecen habas. No hay región que no se sienta especialmente agraviada por tal o cuál motivo. Todas. Ahora que vivo, por hache o por be, de aquí para allá, voy cosechando protestas a un rosario de agravios, a una cantinela triste de promesas incumplidas, a una letanía de decepciones. En Cantabria, los trenes que no entran en los túneles; años de retraso y millones de euros perdidos (que pagaremos todos, incluidos los extremeños). En Salamanca tienen pesadillas con el tren a Madrid y andan este mes de febrero recogiendo firmas para que no les toreen con las frecuencias que les recortaron durante la pandemia y de las que nunca más se supo. En Murcia, el recién inaugurado AVE a Madrid pasa por Alicante, que viene a ser algo así como si el tren entre Badajoz a Madrid pasara por Sevilla. A Bilbao (que es mucho Bilbao) el AVE no llegará antes de 2027 y, de momento, el trenecito que hay es aún más lento que el extremeño. Y ahora, para remate del tomate, entre Alicante y Denia, después de siete años de obras, resulta que los puentes no soportan el peso de los trenes (tres trenes y tres horas para cien kilómetros). De traca.
Pero que cuezan habas en todas partes no es lo que me encorajina. Lo que me calienta es la complacencia de nuestras autoridades regionales, las nuestras, las extremeñas. Y la cara de bobos que se nos queda, una vez más y van cientos. Y la falta de coraje. Y la mindundicia en que chapoteamos. Y el silencio de los corderos de nuestros mandamases. Esos mismos mandamases a los que no les faltó voluntad ni presupuesto para montar una manifestación en Madrid. Entonces sí, ahora no. Entonces sí porque en Madrid gobernaban los otros, ahora no porque en Madrid gobiernan los míos. Se acabaron las manifestaciones. Ahora nada. Nada salvo palmas al señorito que viene y nos honra con su presencia de guapo. Nada salvo que viene la ministra y nos dice que no hay compensaciones porque una cosa es Cantabria y otra Extremadura.
Y así es, efectivamente. Una cosa es Revilla y otra Vara. Vara ha renunciado a la protesta. Lo suyo, dicho en carnavalero, más que dar la murga es ser comparsa. Y, lo nuestro, un miércoles de ceniza perpetuo. Vamos a suponer que lo lleva dentro. Cada uno es como es y Vara es, más bien, de hágase en mí, señor, tu voluntad. Revilla hubiera sido un buen obispo, obispo al modo Don Lope Ximénez de Urrea, el arzobispo pirata. Vara se queda en obispo del común, cumplido y cauto. Pastor de ovejas. El problema es que no queremos ser ovejas (al menos, no todos). Llevamos años de balidos; nada somos sino balidos de ovejas, pocas y mansas. Cuarenta años de estatuto y seguimos en el furgón de cola de casi todo. Y no es que no hayamos mejorado, es que hemos mejorado menos que los otros. Seguimos al limosneo. Y nuestro presidente, de natural apagado, le sigue pagando las fantas al señorito sin atisbo de pensamiento crítico. Lo lleva dentro.
Gracias Fernan, por ser como eres no tener pelos en la lengua ni para unos ni para otros y los q se sientan ofendido será como siempre los adoctrinados, sectarios y sobre todo estómagos agradecido
Ya quedan pocos que me llamen Fernan! Un abrazo, Manolo!
Como siempre Fernando dando en la diana y eleganteme poniendo a parir a quien es responsable del olvido, engaño y patrañas a Extremadura.
Enhorabuena una vez más y un abrazo » Maestro».