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A LA INTEMPERIE

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ANUNCIOS BAJO SOSPECHA

20/01/2023 por Fernando Valbuena

Mañana una amiga va de Badajoz a Cáceres. Gracias a la Junta de Extremadura y a la Delegación del Gobierno -no sé a cuál estar más agradecido- podrá estrenar el camino de cabras que salva el socavón de cuando las lluvias de hace más de un mes. ¡Aplaudan! ¡Canten! ¡Qué buenos son los padres socialistas que nos llevan de excursión! Y, en estas, la madre superiora anuncia que Mr Marshall (y Madame de Pompadour) vendrán a Extremadura en vuelo regular ¡Que no falte de nada! ¡Que anunciar sale de balde!

Lo triste es que con los años uno va perdiendo la credulidad (y hasta la ilusión). Esto ya se lo oímos contar a Vara en 2018. Resulta que según informa COPE -que debe tener tiempo y ganas además de memoria- fue también en FITUR y con las mismas palabras. No recuerdo si en aquella ocasión me lo creí, pero ahora va a ser que no. Ya se lo he dicho, con los años me va mermando la credulidad. Primero, porque el gato escaldado del agua huye y, segundo, porque si no somos capaces de hacer rentables los vuelos a Madrid mucho me temo que no haya manera de hacer rentables los vuelos a Roma. Nuestros políticos, en sus elucubraciones, sueñan con que las empresas privadas vengan a perder dinero en Extremadura, y si no vienen, como buenos socialistas, ya encontrarán niños que lo paguen (ya saben que en las filas socialistas está muy extendida la idea de que el dinero de todos no es de nadie). En fin, no está el horno para trolas. Y menos para trolas en conserva cosecha del 18. Este enorme geriátrico que va camino de ser Extremadura (si no lo es ya) no está para muchos vuelos. Y si se trata de traer forasteros, no sé yo… A mí esto me suena a lo de aquel sucedáneo de aeropuerto que se iba a construir en Cáceres y del que nunca más se supo. Y me recuerda que el aeropuerto de Badajoz en cuanto hay niebla se queda sin alas. A uno le han engañado tantas veces que ya no cuela.

Más incrédulos, pero también más indulgentes. Supongo que el comandante, después de tantos años en la cabina, no sabe ya qué contar al pasaje. Y más en año electoral. El comandante y la tropa, porque el correveidile de turno, ya encendido, detalló los pormenores con una extraña parrafada a lo Mariano Ozores. Esto de los adláteres también da que pensar, ¿no sería mejor que las cosas de comer estuvieran en manos de personas capacitadas y no del pelotari de turno? Digo yo, pero, dicho sea, recuerden, con ración extra de indulgencia, que todos tenemos que comer (y el pelotari también).

Puede ser que el manual básico para el mantenimiento en el poder incluya anuncios a tutiplén en año electoral. Luego habrá forofos que lo aplaudan y crédulos que se lo traguen, por supuesto. A veces pienso que, en Extremadura, de tanto estar secuestrados, sufrimos el síndrome de Estocolmo. Por cierto, Estocolmo, una de esas capitales desde la que podrían llegar vuelos a Extremadura de aquí a nada. O no. Si es que no, si no llegan, casi mejor, así dentro de otros cuatro años podrán anunciarlo de nuevo (y nosotros criticarlo). No sé yo si algún día el vuelo acrobático de los anuncios y las promesas entrará en barrena… En fin, vienen turbulencias electorales, de estas habrá muchas. De hecho, esta misma semana Vara ha anunciado que en 2030 estarán en funcionamiento las tuberías del hidrógeno verde. ¡Anda! Extremadura a velocidad de crucero (salvo si de lo que se trata es de ir de Badajoz a Cáceres por carretera). Ayer, de momento, inauguraron un semáforo, eso sí, en 2030, tubos de hidrógeno (verde, por supuesto). No sé si para entonces estaré vivo, ni cuantas almas quedarán a bordo de esta aeronave verde, blanca y negra.

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