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A LA INTEMPERIE

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SINSORGADAS (Y BOTIJOS)

22/10/2022 por Fernando Valbuena

Sinsorgos, chocholos y birrochas. Siendo niño, allá en Vizcaya, daba por cierto que todo aquel que hablase castellano conocía el significado de tan bellas (y muy corrientes) palabras. No sé si entonces me parecían bellas, hoy sí. Hoy, a su rotunda sonoridad acompaña el entrañable recuerdo de la niñez. Localismos, txirenes, pero localismos. Y esto viene al caso de los autobuses por la patilla. Así, entre nosotros, a primera vista, una sinsorgada. Al menos esa es la palabra que se me vino al caletre. Sinsorgada. Me explicaré.

Sirsorgo, según el diccionario de la Real Academia Española, es la “persona insustancial y de poca formalidad”. Viene del euskera zenzurgue, es decir, sencillamente, sin sentido o sin juicio. El sinsorgo sería así el que se comporta sin juicio o, cuando menos, el que atropella el sentido común (ya saben, el menos común de los sentidos). Pues eso. Sinsorgo es lo que por estos otros andurriales llamaríamos tarambana o botarate, aquel, en suma, del que se podría decir que le falta una primavera. Es decir, el sinsorgo, más que malo, es tonto o tiene frecuentes arrobos de atolondramiento. Luego, aunque lo de los autobuses pudiera ser una sinsorgada, no creo que sea obra de sinsorgos.

Mi suegro, a los autobuses les llamaba omnibuses. Desde entonces ha llovido lo suyo. Y los sigue habiendo buenos y malos. Omnibuses y gobernantes. Yo ahora me refería a los segundos. Porque no debemos considerar error a lo que es fruto de la maldad. Lo de los autobuses, por ejemplo. No tengo por necios a los gobernantes extremeños, al menos, no a todos. Siendo así, aceptando esta premisa, meter mano a la caja de todos para chorradas es maldad, no necedad. ¿O acaso no es una maldad convidar a viajar en ómnibus sin otro criterio que la conveniencia electoral? ¿No se ha demostrado ya que el convite a tren es un fracaso? ¿Acaso no saben que hay trenes donde no es posible conseguir billete y, sin embargo, van vacíos? ¿Acaso no es su responsabilidad la sensata administración de las arcas públicas? En fin, de sinsorgada en sinsorgada, hasta la miseria total. A veces me recuerdan a Erich Honecker.

El gobierno extremeño le lleva el botijo a Sánchez; como Honecker a los rusos. Que Sánchez aprueba una sinsorgada, allá que Fernández aprueba la complementaria. Sin encomendarse ni a Dios ni al diablo (al diablo en todo caso). Todos los extremeños vamos a viajar (durante un tiempo) de balde en los autobuses. A eso le llamarán, sin rebozo ni vergüenza, política social. ¿Política social? ¡Viajeros al bus! ¿Qué viajeros? ¿Qué bus? Así, a lo bobo. ¿Qué criterio social/socialista les ha guiado? ¡Ninguno! Solo el interés electoral (y, por supuesto, la servil llevanza del botijo). Con semejante sinsorgada no se ayuda al que lo necesita, simplemente se gasta a lo bobo (dinero ajeno, por supuesto). Se gasta sin sentido. Pero esta sinsorgada, mayúscula sinsorgada, no tiene ni atisbo de gracia. Ni atisbo de gracia, ni es la obra de un sinsorgo al que le falte una primavera. Por eso, en realidad, aunque lo parezca, no es una sinsorgada. Es una maldad. Y recuerden, no ayudan al que lo necesita (salvo a ellos mismos que están necesitados de muletas electorales) porque el criterio que les guía al tomar semejante decisión no es ese. Practican la demagogia y el servilismo. Más aún el servilismo. ¡Niño, el botijo!

De chocholos y birrochas ya les escribo, si eso, en otra ocasión (Dios mediante, por supuesto).

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